Cada tanto Dios me hace algún regalito que me cosquillea el alma. Cafayate fue uno de ellos.
Creí que llevábamos poco para repartir y me asombré luego al palpar la felicidad que sienten aquellos niños por el solo hecho de recibir un cuaderno, una golosina y un manojo de mimos.
No hace falta más para provocarles una sincera sonrisa.
Ni hablar de los chicos de 4º...qué capacidad de entrega, con qué alegría y humildad se brindaron para compartir y dar todo de ellos mismos!
Felicitaciones a ellos y gracias inmensas a quienes me dieron esta maravillosa oportunidad de vida.
Adriana
viernes, octubre 10
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